Friday, November 18, 2011
estocolmo
Existe Miranda July. Sus cuentos y sus pelis. Existe The Future. El festival de cine de Mar del Plata. Un libro nuevo de Fabián Casas, que me acompañó en el viaje. Existe mi blog, donde amontono cosas que me conmueven porque sí. Algo de eso hay en The Future, en viajar solo. En ser cada vez más grande, y tener cada vez más preguntas. En saber que las cosas que te fascinan, te toman de rehén, te mantienen cautivo, y no hay otra cosa que se pueda hacer más que dejarse raptar por ellas. Entonces sucede. Eso que te secuestra, te enamora. Queremos sentirnos libres, pero nadie quiere que lo dejen ir.
Ah, porque tengo una teoría al respecto. El síndrome de Estocolmo. Rehenes que se encariñan con sus secuestradores. No me importa por qué sucede eso, me importa que sucede. Es real. Y cualquier vínculo, cualquier relación puede pensarse en términos de secuestro, de estar cautivo. Los hijos crecen, mantenidos en cautiverio por sus padres. El enamorado, claramente, está cautivado por eso que ama, secuestrado por la imagen del otro, por la necesidad del otro, por su aprobación. Somos rehenes de nuestros cuerpos, no podemos salir de ellos, o cambiarlos. Estamos secuestrados adentro de nuestros cuerpos. Secuestrados por nuestros recuerdos, por las cosas que imaginamos, por nuestros deseos, fobias y caprichos. Entonces sucede. Eso que no nos deja ir, lo que nos retiene, lo que nos tiene de rehén, se vuelve cómplice. Amamos nuestro cuerpo porque no podemos salir de él, porque nos mantiene secuestrados. Y amar es aceptar eso. Es un pacto. Es estar dispuesto a no traicionar a tu raptor. Todos los enamorados son rehenes, en un banco en Estocolmo, en 1973.
Una escena de The Future que se convirtió en corto *.
You always say your name, like I wouldn't know it's you... *
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