Sunday, February 19, 2006

woof



Almorzábamos y hacíamos zapping (L esta vez, porque yo tengo la marcada tendencia a dejar cosas como las 101 taradeces de e!, que encuentro curiosamente digestivas, casi tanto como americanidol), y nos quedamos como hipnotizados con una de las pelis más lindas que ví en mucho tiempo. Pillow Talk, del 59, con Doris Day y un churrasco absoluto, un metronoventa de ternura, Rock Hudson. La peli es la verdadera Down With Love, yo digo homenaje, L dice robo, en fin.

Y el viernes, después de una panzada feliz de Dani Umpi (gracias cp*!), y de atravesar el umbral al menemismo en palermo (Spellcafé), y ya borrachines de vino rico, le dije a L que está en mis planes convertirme eventualmente en un oso, serio muy serio, así que muy serio me respondió que eso jamás podía pasar, que me falta algo que es crucial para ser un oso: pelo. Le expliqué que a mí me sobra pelo, si de eso se trata, pero me dijo (y es cierto) que ni las patillas puedo dejarme, porque no me crecen. Detalles, le dije, porque ser un oso es una realidad espiritual (yo me entiendo, y tampoco esperaría que). Y entonces G me dijo la posta: que soy un oso encerrado en el cuerpo de un... willito.

(Buscando fotitos de Rock Hudson en internet, encontré *casi exclusivamente* sitios queer... Y está ok, supongo (algunos de estos sitios eran bastante simpáticos), pero aún así hay algo que me da bronca, mucha: ¿por qué un tipo terriblemente talentoso parece haber pasado a la posteridad *casi exclusivamente* por ser puto? ¿por qué Brokeback parece estar pasando a la posteridad *casi exclusivamente* porque son dos tipos los que se enamoran? Pero debe ser así, google no puede equivocarse, google es la voz de un millón de moscas. Cada vez que imagino a la hija de Ennis Del Mar, en algún momento después de la muerte del padre, entrando en el trailer y encontrando las dos camisas manchadas de sangre colgadas juntas y la postal en el armario, se me hace un nudo en la garganta, cada vez.)