Cuando te hacés la rata las cosas de todos los días se ven distintas.
Un poco como ser invisible, testigo de cosas que no deberías estar viendo. Como si no existieses. O como si las cosas de siempre no pudiesen verte y se dejasen ir sin prestarte atención.
Ahora mismo tendría que estar en Santa Fe celebrando el cumpleaños de mi abuela, pero ayer a la noche la niebla lo cubría todo y los micros no salían. Había llegado a Retiro pensando nada más que en acurrucarme en mi asiento del coche cama y despertarme en otra parte. Tampoco puedo decir que me haya enojado mucho, aunque sí tuve que parecer indignado cuando hablaba por teléfono con mi viejo. Mamá por otro lado estaba chocha, me había insistido toda la tarde para que no viaje. Cada vez que se entera de algún accidente, sea donde sea, me llama para saber si estoy bien (vivo, claro). Lo había intentado todo para hacerme entrar en razón. Pero yo sabía que iba a terminar la semana muy cansado, y la idea de dormir en el micro avanzando lento en la neblina me parecía demasiado tentadora. En vez de eso tuve que hacer una hora de cola para cambiar el pasaje. Me hice amigo de una señora de Paraná y aproveché para decirle varias veces "es una locura" y reirme por dentro cómplice como si Tina y Tom estuviesen ahí.
Mi amiga de Paraná había estado de acuerdo conmigo en que un taxi hasta mi casa desde Retiro podía costarme un ojo de la cara, y eso me costó. Llegué y abracé a mi gata fuerte fuerte como hacía unas horas antes cuando me despedía y le pedía que se porte bien y cuide la casa. Siempre le pido que haga eso cuando me voy para que en vez de sentirse sola o abandonada, crea que está cumpliendo una misión muy importante, a cargo de una gran responsabilidad. Y dormí mucho. Me desperté hoy a once. Tardísimo. Pero de alguna forma me estaba haciendo la rata.
Todo lo que hacés cuando te rateás parece una travesura, aunque sea lo que hacés habitualmente. Como tomar mate y decirle a Tina que sí, que lo paso a buscar a Lukis y nos encontramos allá para ver a Javiera Mena.
Por cierto, el disco de Javiera Mena es hermoso, y es uno de los discos que más escuché el último año. Cuando no sé qué música escuchar, en mi casa o por la calle, pongo el disco de Javiera, y siempre se acomoda perfecto a mis estados de ánimo.
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