Sunday, September 28, 2008
estornudo
Terminé un libro que me regaló Tina.
Se llama La Historia del Amor, de Nicole Krauss.
En un momento habla de los ángeles, y como al pasar dice de ellos que "duermen inquietos. Dan vueltas y vueltas, tratando de comprender el misterio de los mortales. No saben lo que es hacerse gafas nuevas y, de pronto, volver a ver el mundo con una mezcla de decepción y gratitud. Si les dieras un globo de cristal con un paisaje nevado, no sabrían que hay que agitarlo".
Pues hay que agitarlo para que suceda la magia.
Y después se ve que pasa.
Si fuese un personaje de El Principito, uno imaginado por mí, podría ser ese que vive en un pequeño planeta donde siempre es invierno y hay que llevar bufanda y gorro de lana. Me pasaría los días ordenando con mucho cuidado copos de nieve, hasta que un soplo de viento -o un estornudo- los revuelva. Y entonces volvería a empezar. Uno por uno. Con paciencia.
El punto es que esta vez decidí yo mismo agitar el globo y desparramar todo. Estornudar bien fuerte.
Claro, ahora estoy asustado y ansioso y entusiasmado y con vértigo en la panza, porque tengo que empezar a encontrarle un lugar nuevo a las cosas.
De a un copo por vez.
Pero mientras tanto veo cómo flotan, y me siento pequeño.
El viernes Yelle*, en Compass.
Salté y bailé tanto tanto tanto.
*
Fotos * * *
Nota al margen.
El día del gran estornudo llego a casa del que en pocos días será mi EX trabajo, y encuentro toda la vereda levantada, un paisaje de caos y destrucción, y una nota de Metrogas. Drama de la vida doméstica. Mientras mis vecinos tratan de ponerse de acuerdo, desarrollé un sistema para calentar el agua para el mate que consiste en poner agua en un frasco de vidrio siete minutos cuarenta en el microondas. Y así sobrevivo. A duras penas. Extraño mis cookies y el ruido de la pava. Me la paso imaginando ensaladas.
* * *