Monday, August 29, 2005

ruido

Lo que sigue es un infantílismo inconducente, i know.

Me encanta decir, cuando es oportuno, que el único tema que me gusta de spinetta es "bajan", pero la versión de Cerati, de Amor Amarillo (discazo, que además sé que podría haber sido todo un disco de covers de Spinetta). Es mínimo, pero siempre es recibido como un microterrorismo sensible. Porque lo digo con orgullo, y casi me jacto de eso. Es infantil, lo sé y lo que hay de terrorista tiene que ver con eso. ¿Hay en Spinetta algún tipo de sensibilidad madura que a mi se me escapa? En la mirada de los otros siempre encontré una acusación parecida. Ah, sigo, y detesto Pink Floyd (lo cual es cierto, y deslizo ese rechazo a todos aquellos que "aman" pink Floyd). Entonces sigo, es que no lo entiendo, igual que a la comida agridulce. Y la desaprobación es total. No, no hay nada que relacione a Pink Floyd con la comida agridulce, por eso me divierte compararlos. Pero a esta altura no se me puede tomar en serio y es un alivio. Qué susto!
Y voy a seguir (heavy), mi disco preferido de Radiohead es The Bends. Me parece perfecto, es sublime, me fascina. Y todo lo que hicieron después (excepto algunas canciones de Ok Computer) se me hace un experimento con el sonido que bien encaja en la categoría de ruido. Que desde ya no entiendo ni me llama la atención ni me conmueve ni nada. Como si no encontrase la forma de involucrar mi cuerpo. (Un astronauta que se desprendió de la nave y se aleja. Para siempre. Tal vez algo poético, pero chau. Yo ni siquiera te estoy viendo, te imagino y es muy lejos. Chau.)
Entonces me doy cuenta de que lo que necesito, para estar ahí, para involucrarme, para hacerlo mio, es que sea canción. Hay como un modelo básico, pop, clásico. Canción, estribillo, tal vez, tres minutos. Está perfecto. Todo lo que sucede fuera de esos límites creo que sencillamente me aburre. Puedo flashear, llegado el caso, alguna vez. Pero para qué perder el tiempo, el mio, si una canción, tal vez la más simple de todas, me puede conmover infinitamente (escuchar lemonheads, por ejemplo). Todo eso otro está afuera, lejos, tierra llamando...
Tiene que ver con el cuerpo, con todas sus partes, entonces me acuerdo de Björk, y tomo prestada una metáfora, de una entrevista que leí cuando estaba por salir Homogenic. Ella decía que en su disco sólo iba a usar ritmos (máquinas), que es el corazón, los latidos, que recorren el cuerpo; cuerdas, que es el sistema nervioso, las sensaciones, ese hormigueo; y su voz, que es la respiración, los pulmones, los gemidos. Y es total. Y funciona. Te tiene que atravesar el cuerpo. Tiene que encajar. Quiero decir, tenés que poder acompañar eso con todo el cuerpo, y que parezca que te sale de adentro. Y que se confundan. Y caminar por la calle walkman volumen máximo y que todo encaje. Que se comprometa el cuerpo.
Y ahora pienso en Yann Tiersen y en Pilar. Me fascina el primero. No hace canciones pop. O quizá sí. Yo vi de cerca, escuché de cerca un bandoneón. Pilar es una amiga, que toca el bandoneón. En el funeral de su padre descubrió que su padre (ouch) tenía toda otra familia. La había tenido siempre. Pero es sólo un detalle. Pilar es grosa, tan chiquita y menudita y correcta. Y heredó de su padre un bandoneón. Y un dia en su casa tocó para mi. Es imposible de explicar. Hay que estar ahí. Un bandoneón es una cosa enorme, pesada, que respira y se desgarra cada vez. Es como un gemido que lastima. Es como un viejo ciego. Y las canciones de Yann Tiersen tienen algo de eso. Respiran.

Pero no, no me gusta el tango. O todavía no.
¡¿Dije que el bandoneón es como un viejo ciego?!