Hace exactamente un año.
Volvía de la facultad. Cruzaba la calle, tranquilo, y un conductor despistado (Diego S., pero todavía yo no lo sabía) me llevó puesto. Volé por los aires. Estaba indignado, desde ya. Había tenido un día particularmente largo. Trabajo, facultad. Estaba a una cuadra de llegar a casa, cenar e irme a dormir. Y de pronto estaba tirado en el piso. En la calle. "Mierda" creo que fue lo que pensé, o dije.
Es un cliché. Quiero decir, decir que en momentos como ese te volvés hiperlúcido. O frío. Ver en primera persona, subjetiva de mi mismo (porque es como una película, o crónica tv), la gente del barrio que me rodeaba, el conductor (el criminal, je) que se acerca temblando (un héroe). Yo estaba fastidiadísimo. Y me tratan de levantar y siento no sé exactamente qué. Algo en el brazo derecho. Pero lo único que quería era que me suelten. ¿Qué era todo ese complot desubicado de venir a ser manoseado por ustedes, extraños? Y es en ese momento cuando veo como mi brazo derecho sencillamente cae. Fuera de mi control. Ok. Me rompiste el brazo. Dije. Y lo miraba. A él. A Dieguito. Llevame a una clínica. Mínimo. Obviamente de lo nervioso que estaba (él) casi choca. Llegamos, gracias a mis indicaciones. Mi sentido de la geografía es muy preciso. Lo llamo a Lucas, desde ya. ¿Llamar a alguno de mis viejos para terminar conteniendolos yo a ellos? Su cara cuando me vió, o vió mi brazo. Memoráble. Grandioso. Un bajón. Nunca fuí tan sarcástico en mi vida como con el pobre Dieguito. Creo que eso fue lo que más lo asustó. ¿Pero cómo no me iba a dedicar a torturar a la persona que me atropelló? ¿Qué otra cosa podía hacer? Después me fue a visitar a la clínica, y me regaló un libro. El mundo según Garp, de john Irving. Todavía no lo leí. Bueno basta, tengo hambre, y hoy me toca preparar la cena. La magnitud de lo blogueable es tan inmensa que mejor no. Ahora me parece divertido tener un clavo adentro del húmero derecho (endomedular, ojo). Y tengo una cicatriz más que simpática atrás del codo (parece dibujada, me dijo novia de mi viejo cuando la vió. Ella es veterinaria, así que algo entiende). Y si Lucas "me" soporto todo eso, se merece un premio (¿cocinaré "y" lavaré los platos?). Al estoicísmo. Pero no voy a profundizar en eso porque me voy a asustar. A mi neurósis no la rompés con un accidente de autos. No es tan fácil.
Y sí, sueno en el aeropuerto.