Tuesday, January 29, 2008

cucurucho

do the dance

Ya todo el mundo debe tener la suya.
Igual: qué lindas son las PUCCAS que vienen con la calija feliz. Lo mejor es el gatito, pero no estaba cuando fuí. Y sí, también tiene una luz roja con forma de corazón. Se hizo amiga de mi Ratón Reloj y de mi taza Totoro. La pandilla de arriba-de-la-heladera.

Me desperté todo golpeado y me acordé. Primero sueño que abrazo a alguien con los ojos cerrados. A veces me pasa eso, de soñar que hago cosas a ciegas y recuerdo todo lo que puedo percibir con otros mis sentidos. La sensación en el cuerpo. Abracé a alguien que hace tiempo que no abrazo. Muy fuerte. Solamente eso, un rato largo. Y me desperté. Contento de haber estado ahí pero profundamente nostálgico. Y abracé a mi gata, que para algo la tengo. Cuando yo no estoy en casa ella puede hacer lo que quiera, y de hecho lo hace, pero cuando estoy yo tiene que ser mi mascota y dejarse abrazar todo lo que haga falta. No me puedo quejar, por otro lado, porque es una gorda del amor y estaba durmiendo al lado mío. Así que me tiré encima suyo y la atrapé. Ella debía tener su expresión habitual de ver gente muerta, con los ojos bien grandes. Y ronroneaba sin parar. Jugamos a lo de siempre, que se quiere escapar y no la dejo, hasta que aflojo mis barreras y se escabulle. Pero inmediatamente se siente libre, vuelve. Así estuvimos. Y después de quedarme dormido de nuevo, me despierto en el piso. Me caí de la cama. Giré para acomodarme y ¡pum! Me golpeé la rodilla y ahora estoy medio rengo. Me duele el codo. Me duele la espalda. Nunca me había caído de la cama en mi vida. De la misma forma que jamás se me chorreó un helado o he sido capaz de hacer la vertical. Me desperté por el impacto contra el piso. Porque me caí... de la cama.

Tal vez sí sea capaz de hacer la vertical si lo intentase, pero nunca me animé.

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