Lejos de todo.
Bajarme del micro en la plaza, respirar hondo, y que la gente que pasaba me salude.
Estuve en un lugar donde la gente que pasa te saluda y te sonríe, sin ninguna razón.
Me hice de un amigo que me convidaba caramelos de miel y me llevaba de paseo.
Y una amiga que elogiaba mis mates.
Llegué a tener una rutina tan simple y amable. Desayunaba panes y dulces, dormía la siesta y me despertaba para salir a caminar lejos. Siempre encontraba el lugar más lindo del mundo para echarme a leer. Vacaciones.
Bajar todas las defensas y entregarse.
Qué bien por mí.
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