En este orden.
El viernes Coiffeur en el CCC. Ahí muy cerquita él, que es todo lindo, siempre. Hizo un cover de Marcela Morelo: Te está pasando lo mismo que a mí, y lo quisimos tanto.
Ayer fuimos con Ld a ver La Paranoia, de Spregelburd. Llevamos los bolsillos llenos de caramelos porque sabíamos que la obra dura tres horas. Tiene, obvio, momentos brillantes. Se lo extraña a Héctor Díaz pero el actor que ocupa su lugar lo hace muy bien.
Ver juntos a Spregelburd y Andrea Garrote es tan un placer. La escena que tiene juntos, los dos venezolanos, entre el culebrón y el conurbano, en el *apartaco* de ella, es pura genialidad. Esta vez el montaje paralelo de historias se resuelve con proyecciones; y aunque tiene sentido, me hubiese gustado ver toda la acción en escena, como en La Estupidez. Todos están bien. Son puro talento.
Después fuimos a cenar a La Siesta. Un restorán nuevo cerca de casa donde se come muy muy rico.
El sábado pasado dí unas vueltas por el mercado de pulgas y ví un bandejón de colores. No lo compré en ese momento porque no llevaba la billetera y estuve toda la semana pensando en lo menso que fuí en no volver a por él. Desayunaba todas las mañanas y mientras esperaba que el agua para el mate esté lista, extrañaba ese bandejón. Me parecía que algo faltaba en la cocina y era eso. Así que hace un rato agarré la bicicleta (y la bufanda) y fuí a buscarlo. Todavía estaba ahí. Es de metal, es inglés, es hermoso y ahora es mío.
En un rato, después de dormir una siesta de domingo de otoño, voy a visitar amigos. Compré para llevar pastelitos de la patria.