Estoy congestionado del invierno desde hace semanas, y no hay nada que hacer. Ya falté al trabajo, ya tomé pastillas, pero sigo igual. Me quedan sólo los remedios caseros: hacerme tés de jengibre y asomarme a una cacerola con agua hirviendo, repasador en la cabeza, y respirar hondo.
Tengo otro remedio casero para la congestión. En realidad no sé si es un verdadero remedio o una excusa para celebrar estar congestionado. Sería un: si no puedes contra ella, únete.
Lo que hago es mirar películas de llorar.
Llorar me afloja el espíritu y los mocos. Es perfecto. Lo mejor es hacer trampa, porque cuando ya viste una peli que te hizo llorar, no hace falta ver toda la peli de nuevo. Y me divierte mucho identificar ese momento en el que sabés que los ojos te empiezan a picar y se te encoje el corazón. Tengo una colección personal de esos momentos en el cine, como los besos al final de Cinema Paradiso. Porque en ese momento, cuando Toto se sienta en la sala a ver la proyección del montaje de todos los besos que había recortado la censura me pongo a llorar a moco tendido y porque la idea de editar juntos todos esos momentos me fascina. Ese momento en el que un personaje hace ese gesto que me destraba todo, y me abandono y empiezo a llorar.
Esa es la parte que funciona como un remedio casero para la congestión, cuando se consigue llegar a llorar a moco tendido. Lo demás es tener pañuelos a mano y disfrutar. Cuando era chico era capaz de llorar hasta que se me cortaba el aire. No sé cómo explicar eso, pero era llorar tanto que ya no se podía más, y cuando intentaba hablar se me cortaban las palabras. Nunca más volvió a pasarme eso. Será que sólo pasa cuando sos chico.
Aproveché para ver tres pelis de llorar en estos días. Bueno, no las ví todas. Llegué hasta la parte que me interesaba y ya. Me gustan las pelis en las que no hay que esperar hasta el final para llorar. Una es Los Puentes De Madison County. Empieza esa película, los hermanos se encuentras para revisar los papeles de la madre, ven la foto de ella junto al puente, y empiezo a llorar. Es automático. La peli empezó hace cinco minutos y estoy llorando como un tonto, desencajado. Me pasó la primera vez que la ví, pero es más y más efectivo cada vez. Otra que ví es Sleepless In Seattle. Piel de gallina cuando ella se prueba el vestido de novia con la madre, frente al espejo, y le cuenta cómo lo conoció a su prometido, y escucha el relato de la madre, escucha que la madre se dió cuenta en el momento en que el padre le sostuvo la mano que era él. Fue mágia. A ella se le rompe el vestido y se asusta, dice que es el destino, y la madre le reponde: pero vos no creés en el destino. Después viaja en auto sola de noche escuchando el programa de radio al que llama el hijo de Sam, y termina llorando. Y yo también. Cuando él dice "and I knew. It was like... magic.", ella lo dice con él, y yo lo digo con ella y ya estoy llorando sin parar. A moco tendido. Y la última es terriblemente obvia y por eso mismo la vamos a defender siempre. Casablanca. Casi un estado de ánimo. Ella entra en el bar de Rick. Eso solo. Él la ve entrar, Sam (otro Sam), y la sigue con la mirada como si viese un fantasma. Desde ese momento hasta que aparece Rick, es llorar. Le pide que toque esa canción, "for old times' sake". Demasiado.
Y funciona cada vez.
Doctor Marcia Fieldstone: Tell me what was so special about your wife?
Sam Baldwin: Well, how long is your program? Well, it was a million tiny little things that, when you added them all up, they meant we were suppose to be together... and I knew it. I knew it the very first time I touched her. It was like coming home... only to no home I'd ever known... I was just taking her hand to help her out of a car and I knew. It was like... magic.
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